Más allá del consignismo, de la
retórica de los anuncios, el equipo de Matanzas insiste en continuar su
crecimiento en la Serie Nacional
de Beisbol.
Víctor Mesa, su cuerpo de dirección y todos
los peloteros vuelven una vez más a decir que pelearán por el título, y aunque
la afirmación no haya que tomarla como un resultado seguro, los hechos
confirman que han logrado lo que se han
propuesto.
Para los detractores del también director del
equipo nacional, puede sonar reiterativo que Mesa consiguió redondear un
resultado inalcanzable para Matanzas en años anteriores.
Y no, no es adulonería, porque Víctor Mesa no
es un mago. Vio un conjunto de atletas con grandes potencialidades por explotar
y, eso sí, supo tocar los resortes necesarios para que cada quien aportara su
parte al equipo, incluidas las autoridades de la provincia que le abrieron las
puertas, y sobre todo, le dejaron dirigir.
En medio de un contexto difícil para la pelota
cubana, con deserciones y salidas del país incluidas, resalta el equipo de
Matanzas por la capacidad de estímulo para los atletas y la concientización de
que cada uno tiene que jugar su papel. Eso no es trabajo de un solo día.
En los entrenamientos de la semana pasada,
nuevamente con decenas de curiosos en las gradas, Víctor Mesa se apoyaba en la
maestría de Wilfredo Sánchez y le insistía una y otra vez a Guillermo Heredia a
recortar el swing, en tratar de chocar la bola como si fueran rectas de 90 millas.
Un consejo para allá y otro para acá. Sobre
el campo todo el mundo trabajando, no se ven “majases” de tiempo muerto.
El equipo le da la bienvenida ahora a Dainer
Moreira, y reitera la necesidad de pasar la página y terminar de una vez con la
arcaica regla de la liberación de los atletas en su territorio de origen, pues
la vida está llevando a actuar en una dinámica cada vez más cambiante.
Ello redondeará una alineación con grandes por
cientos de embasado, con una velocidad entre bases de espanto, pero con deudas en
la fuerza. El joven Alianky Mederos
reúne la necesaria en sus muñecas, aunque no lo parezca físicamente, pero habrá
que ver si es capaz de integrar definitivamente el equipo en una posición tan
abundante aquí como los jardines.
Básicamente serán los mismos hombres a la
defensa que obtuvieron la plata el año anterior, con la casi segura
incorporación del juvenil Moisés Esquerré y el ex juvenil Julio César González,
ambos en el campo corto, lo cual llevará a la dirección de conjunto a buscar
alternativas para que se fogueen además en el resto del cuadro.
Otra prueba que se hace en los entrenamientos
es ubicar a Ariel Sánchez en primera, ante la debilidad de su brazo, lo cual
pudiera ocasionalmente convertir en bateador designado a Lázaro Herrera y darle
algo de juego a un receptor con mucho futuro, Onel Vega.
La eterna interrogante en Matanzas es el
cuerpo de lanzadores. No se vislumbra una figura que sea capaz de secundar a
Joel Suárez al frente del staff. Mucho dependerá Matanzas de lo que sean
capaces de aportar Yoani Yera, Maikel Martínez, Félix Fuentes y el ex
industrialista Maikel Hidalgo en sus roles habituales como relevistas, si en
definitiva no tienen que echarles mano para abrir.
La salida de Jorge Martínez, por emigración
legal, y de Johan Hernández por indisciplina dejan un bache enorme, ahora
resentido ante la baja solicitada por el
joven Royd Hernández.
La esperanza de los matanceros está a mediano
y largo plazo en la cantera de lanzadores que han aportado los tres últimos
equipos juveniles, cuyas posiciones cimeras, incluido el título nacional, se
debieron en buena medida al trabajo en esta área.
Habrá que ver si Noel Ortiz, Yoandi Caro,
Cionel Pérez (zurdo de 90
millas), Alexander Bustamante y Carlos Álvarez, entre
otros, son capaces de asumir el salto cualitativo que implica el cambio de
categoría.
En estos momentos, el mejor pelotero del
equipo, José Miguel Fernández está lesionado de una de sus muñecas, aunque ya
comienza a batear. Para el inicio del campeonato debe estar listo. Es tal la
confianza que le tienen, que durante los entrenamientos alguien comentó acerca
del regreso de Olivera con Santiago y lo complicado que le pudiera poner la
titularidad en el equipo Cuba a Fernández, y uno de sus compañeros respondió
que ahora Olivera era “el que tendría que hacer cola porque José Miguel es el
uno en Cuba”.
Más allá de la rivalidad deportiva y el feliz
retorno de un pelotero de clase, la forma en que encaró Fernández sus
compromisos con la selección nacional han inspirado a más de uno.
Vale destacar ahora un argumento esgrimido
hace veinte años por Sigfredo Barros para referirse a los Henequeros de Gerardo
Sile Junco, mientras redactaba un artículo de pronósticos. No es textual, pero
aquello decía más o menos así: ya estos hombres saben lo que es ganar, probaron
que es posible y ahora se convertirán en un equipo muy difícil de derrotar y
por mucho tiempo.
Puede que Matanzas no gane el campeonato, tal
vez a la hora de reforzar la suerte le juegue otra mala pasada, lo cierto es
que desde ya luce como uno de los equipos a derrotar. Y si para la segunda fase
se hacen de un buen empujador de carreras, un par de abridores y relevistas que
hagan su tarea, Matanzas pudiera ser el campeón de Cuba por primera vez con ese
nombre en la Series Nacionales.
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