Para ver jugar pelota en Matanzas ya no es necesario el pretexto de que los niños te pidan ir al estadio: el Victoria de Girón se ha convertido en los últimos tres años en un destino idóneo para sacar de paseo a la familia y de paso disfrutar de la mayor pasión de los cubanos.
Este fin de semana la visita de Santiago de Cuba se antojó como el complemento idóneo para presenciar un partido de biesbol, y aunque los recuerdos de aquella vez que ganó Henequeneros frente al mítico equipo oriental se paseaban entre las gradas, hay mucha diferencia entre este conjunto de ahora y aquel. No solo en nombres la cosa cambió, también en actitud, porque aquella sed de triunfo, aquella ambición que distinguía a Santiago y que hacía que los habitantes de las demás provincias de Oriente les tuvieran como un favorito colectivo, ya no tiene la misma fuerza en los ánimos de los jugadores actuales.
En contraste, Matanzas luce inmenso. Muy cerca de nuestra posición en las gradas un colaborador cubano del deporte y su familia intercambiaban criterios, comparando los equipos de la serie doméstica y poniendo ejemplos de ligas foráneas. Argumentaban que de todos los equipos involucrados en esta segunda fase, es Matanzas el que menos fuerza luce en la nómina. Y puede ser cierto, aunque para serles francos y sin chovinismo, los Cocodrilos gustan porque juegan con garra y con ánimo.
Todo lo contrario a lo que he escuchado decir a algún que otro fanático de que los yumurinos juegan presionados "bajo la amenaza de Víctor Mesa". Dos amigos protestaban airadamente este sábado ante semejante disparate, y uno de ellos contaba que hace poco hasta se fue a las manos con alguien que se propasó en ofensas. "Yo no soy amigo de Víctor Mesa -me decía Alexander Basanta, trabajador del turismo-, pero uno tiene que ser agradecido en la vida".
"Todo lo que aquí se ha logrado es por él -argumentaba a su lado Ariel Castañeira -, esto no se llenaba así antes, él nos devolvió la pasión", decía en referencia a la cantidad de público concentrado en el estadio.
Poniendo las cosas en una balanza tenemos que darle la razón a los dos, en parte. En lo personal, no conozco a Víctor Mesa, como profesional he cruzado con él apenas unas pocas preguntas, por lo que ningún compromiso media entre nosotros. Pero si bien no comparto algunas de sus decisiones y se pregunta uno más de una vez que ha pasado con uno u otro pelotero que de repente deja de ver, lo cierto es que la química del manager del equipo Cuba ha funcionado en Matanzas, porque los peloteros no se esconden para agadecerle enseñanzas y sobre todo la autoestima, el espíritu de victoria.
Porque Víctor Mesa no es un mago, a su llegada no encontró un equipo nulo. Halló peloteros hechos y derechos, con miles de defectos técnico tácticos, pero una gran virtud, tenían talento y sabían batear. De hecho, Matanzas estuvo al borde de la clasificación más de una vez y ésta se les negó por múltiples causas que no vienen al caso. Hubo técnicos que influyeron en la formación de muchísimos atletas.
Y aún así año tras año el estadio se llenaba en los primeros 20 partidos, después, una dececpión tras otra hacía permutar hacia el baloncesto a un público ávido de resultados. Y al llegar Víctor Mesa un cambio se operó en todos los sentidos: mayor apoyo de las autoridades, una generación brillante de ideas en torno al espectáculo, (por eso uno puede ir más al estadio, porque tiene baños, cafeterías, servicios en las gradas, golosinas para los niños, lo que hace falta ahora es dinero para ir más seguido). Los peloteros apreciaron la trasformación y la mayoría retribuyó con su rendimiento.
Los niños son un buen pretexto para ir al estadio, hasta que pasan los vendedores.... |
Por eso me parece injusto que se continúe atacando a Víctor Mesa, "hay que sacarle el pie" dirían mis hijastros, porque el hombre ha hecho su trabajo y con resultados, uno que es aficionado a Matanzas le aplaude, porque lo merece, pero incluso aquel que no soporte su temperamento o su forma de ser (por cierto, mucho más calmado este año) si tiene dos libras de sentido común tiene que reconocer que lo ha hecho bien y que los peloteros le siguen. Y que en Cuba es una nota de color en medio de tantos directores grises.
Así que si es usted enemigo de Víctor Mesa, critíquelo si quiere, pero al menos respete su labor, pues casi siempre demuestra después que sabe lo que hace.
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