domingo, 4 de mayo de 2014

Chirrín Chirrán...


Quedé atónito cuando un conocido me detuvo en plena calle y me espetó a boca de jarro: "Oye, tú que estás en la farándula...." (pa` su escopeta, si jamás he pertenecido a ese selecto club) ... "¿tú no sabes de qué se murió Formell?" Vaya, tanto el apelativo de farandulero como la pregunta en sí me dejaron medio fuera de distancia, pero al menos atiné a responder que no y hasta luego.
 Y es que desde que se publicara la noticia del deceso del genio de los Van Van, la curiosidad popular sobrevuela sobre el tema, aunque felizmente si cabe, las especulaciones han cedido correctamente terreno ante el dolor unánime por la pérdida de uno de los pilares de la música cubana contemporánea.
 Esta vez el ritmo con que cerraron muchísimas fiestas en la Isla parece sonar como telón de fondo para una vida cuajada de éxitos musicales en buena parte del planeta, especialmente en esta, donde hasta los más furibundos "patones" consiguieron tirar un pasillo, bajo el influjo arrollador del Tren de la Música Cubana. "Chirrín Chirrán, que ya se acabó, chirrín chirrán que se terminó..." resuena en mis oídos como si de repente las noticias me catapultaran otra vez hasta Los Jardines de la Tropical, donde más de una vez las ruedas de casino me permitieran disimular este "oído cuadrado" para los pies.
 Juan Formel, ya lo han dicho muchos, fue un cronista excepcional de su tiempo, o de sus tiempos, porque mira que le tocó narrar épocas, como si de países diferentes habláramos. El ejemplo más tangible lo comprobé este sábado, cuando en lugar de los tiroteos cinematográficos de rigor en noches sabatinas, "Los Pájaros Tirándole a la Escopeta" me devolvieron de cuajo a los 80 de la infancia.
 Y ojalá muchos jóvenes se hayan asomado a la propuesta, para que comprobaran con sus propios ojos que la Cuba de hace unos 30 años no es la que conocieron. Cierto es que alguna que otra frase haría saltar las dudas, como la pregunta de la abuela: "Y tú, mijo, ¿de qué grupo eres?", "Del B-3" le contestaron, en alusión a los cupones con los cuales los cubanos comprábamos en las tiendas de artículos industriales, y así la pobreza repartida tocaba a menos, y uno se conformaba con 4 o 5 camisitas de ginga y pulóveres de tela gruesa.
 Las guaguas en la Habana, que lucía como nueva, circulaban con frecuencia y sin tanto molote, -que también los había, como el teléfono público casi fantasmal-, para fiestar pagabas pergas de cerveza con la botella a un peso y pico, se construían edificios de viviendas con muchas plantas, y la gente era sencillamente feliz, lo mismo de operaria de una fábrica de muñecas, que de chofer de guagua, que arquitecta en una obra. Y aunque la película soslayara realidades, esa crónica estuvo cerca también de la verdad.
 Y en fin, que me aparté del tema en cuestión, y no, no tengo la más mínima idea de por qué se habrá muerto Formell, y ni me interesa de hecho. Porque lo trascendente a mi juicio está en el amor que le profesan los cubanos a esa grande de la música popular que lejos de decir Chirrín Chirrán, canta ahora desde alguna parte ese legado que dejó, de contarnos la Cuba que ha sido a través de los años, y desde el estribillo, con una nota nos invita a participar: "¿Y qué tú crees?"

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