Algo más de tres mil viviendas pudieran agregarse al mapa de Matanzas, cien kilómetros al este de La Habana, al terminar el año. Los planes constructivos incluyen la edificación antes de diciembre de 1155 inmuebles por entidades estatales y el doble de esa cifra por esfuerzo de los moradores. La licenciada Mirta Caballero Pérez, Directora del Sistema de la Vivienda en Matanzas, dijo a TV Yumurí que se terminaron hasta la fecha algo más de 500, por lo que durante los meses finales de 2012 el trabajo será intenso para concluir las que falten. La provincia dispone de unos 37 millones de pesos destinados a ese fin. El destino de la mitad de las viviendas estatales será entregarlas a casos sociales, familias con problemas críticos, discapacitados y las personas que permanecen albergadas debido al derrumbe de sus moradas. Similar cantidad permitirá garantizar la fuerza de trabajo en entidades de la Industria Básica, la Agricultura, la Aduana, CIMEX, COPEXTEL, y MICONS, entre otras, cuyo potencial productivo necesite traer personal de otras provincias o acercar a dichos trabajadores a su destino laboral. El mayor volumen constructivo se encuentra en las personas que levantan su propia casa, en las cuales el Sistema de la Vivienda chequea la terminación desde el punto de vista legal, porque incluso la adquisición de los materiales y el pago de la mano de obra corren por cuenta de los futuros propietarios. No es lo mismo arreglar… Más complejo se presenta el Programa de Rehabilitación y Conservación de inmuebles, debido al estado crítico de una parte de las construcciones que necesitan intervención. El 30% del fondo habitacional de Matanzas está en regular o mal estado. Se trata de 71 mil casas con diferentes grados de deterioro, en las cuales habitan familias, muchas de las cuales llevan años a la espera de soluciones, ante la limitada financiación que pueden recibir estos programas. El proceso inversionista jerarquiza la rehabilitación integral de edificios multifamiliares, aunque solo se terminaron 6 de los 24 planificados, en tanto otras 300 viviendas deben recibir un tratamiento similar. En estos casos, aclara Mirta Caballero, se trabaja en las cubiertas, las fachadas, la carpintería y las redes hidrosanitarias, pero solo en las edificaciones que no tengan acciones constructivas ilegales, como garages, cocheras o habitaciones en las áreas de uso público. La impermeabilización de techos se retoma luego de una paralización por falta de mantas, cuando habían ejecutado 54 de las 150 previstas. Para la licenciada Caballero uno de los mayores retos está en conservar las viviendas de los cascos históricos de Matanzas y Cárdenas, con elevado grado de deterioro. Justamente en la ciudad cabecera se concentran los únicos 44 casos de albergados por derrumbes de viviendas. Varias decenas de manzanas en Matanzas están compuestas únicamente por inmuebles construidos durante el siglo XIX, las cuales acumulan años de deterioro por el uso, el exceso de moradores los efectos del salitre, poco o ningún mantenimiento especializado, entre otras afectaciones. Entre los programas más ambiciosos está el de erradicación de ciudadelas, mediante el que dotan a la familia de recursos para garantizar la habitabilidad de sus casas, ubicadas en cuarterías interiores –conocidas aquí como solares-. En muchos casos se trata de los sitios adonde se mudaron las familias esclavas cuando obtuvieron su libertad a mediados del siglo XIX, concentradas sobre todo en los barrios de Pueblo Nuevo, La Marina y Simpson. De estas ciudadelas, se arreglaron 19 hasta septiembre y la cifra restante es elevada aún, cuando se trata de un proyecto que lleva varios años en ejecución. La participación popular compromete los cronogramas de entrega de las obras puesto que las familias se acomodan a sus necesidades y posibilidades materiales para asumirlas. En estos momentos se estudia cómo incrementar los subsidios para que las personas, humildes la mayoría, puedan sumarse al programa. El fondo habitacional de la provincia de Matanzas registra unas 238 mil viviendas. 24 mil están reconocidas en mal estado, cifra que disminuyó considerablemente luego del paso del huracán Michelle, en 2001, pues el intenso programa constructivo de entonces dejó como saldo la transformación total de 53 mil de las peores edificaciones habitacionales del territorio. Desde entonces el “mapa domiciliar” de Matanzas ha crecido ininterrumpidamente. En 2005 se diseñó un ambicioso programa para construir unas cien mil casas anuales en Cuba, con el concepto de que la mayor parte fueran asumidas por las propias familias, y comenzar así a contrarrestar el que tal vez haya sido el mayor problema para la Revolución en más de medio siglo, el déficit habitacional. Lo que se conoce como construcción por esfuerzo propio fue reforzado el año anterior con la liberación de la venta de materiales para ello, y la entrega de créditos bancarios con este fin. Desde el principio, Matanzas está entre las provincias con mayores cifras de casas construidas por parte de la población.
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