Cuba vive este jueves la recuperación del paso del huracán Sandy por la región oriental del país, un acontecimiento que ocupa no solo a los orientales, pues los recursos para regresar a la normalidad tendrán que disponerse donde estén.
Para el cubano común lógicamente el ciclón es la noticia del día, por encima incluso del programa televisivo de la noche del miércoles, donde se anunciaron nuevas medidas que modifican la política migratoria del país. Y no es que le importe poco el asunto, todo lo contrario. La población ha recibido con agrado la actualización de la política migratoria, aunque para ser justos, la mayoría ve el hecho como algo un poco ajeno, pues ni tienen intención de viajar ni los recursos para hacerlo.
Eso sí, la mayor parte de los cubanos se alegra por el hecho de que significa un gran paso en la búsqueda de la normalización de las relaciones con la migración, y una buena parte de los habitantes de la Isla tiene parientes en el exterior por lo que ve con muy buenos ojos el hecho de ver incrementarse las oportunidades de comunicación y visitas mutuas.
Una breve ojeada a la prensa de aquellos sitios donde se concentran las mayores comunidades cubanas de emigrados da cuenta que el asunto ha sido de muchísimo interés en algunos sitios y en otros ha pasado casi desapersivido en este día.
El Nuevo Herald de Miami se hizo eco de las nuevas transformaciones al reproducir un despacho de la agecia AFP el cual estima que unos dos millones de cubanos hayan emigrado desde 1959, el 85% de ellos a los Estados Unidos.
La manipulación del tema migratorio cubano por parte del gobierno de los Estados Unidos se ha convertido en un cacareo imposible de seguir. Se habla de las 20 mil visas anuales que los Estados Unidos acordaron entregar a migrantes cubanos en 1994. Habría que ver cuántas veces se cumplió con dicha cifra, cuyo propósito es eliminar de forma radical los intentos ilegales de salida del país, un hecho amparado por autoridades norteamericanas y sobre todo, por la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano, y la política de pies secos pies mojados, que otorga un tratamiento especial a los habitantes de la Isla que intentan llegar a los EEUU y legalizar su estatus. Ambas disposiciones han causado la muerte de un significativo número de seres humanos en el estrecho de la Florida.
En mi opinión, considero que la manipulación en torno al tema migratorio incluso nos ha afectado a los cubanos que vivimos en la Isla. Cuando se mencionan las nuevas medidas casi siempre se piensa en aquellos que desean viajar de forma definitiva al exterior y se obvia algo que a mi juicio es mucho más importante: la mayor parte de los cubanos que pedían una actualización del tema en la Isla siempre lo hicieron pensando en la posibilidad de poder viajar al exterior para trabajar, o visitar a sus parientes, o incluso por el simple y humano placer de conocer un sitio diferente. Razones bien distantes de pretender asentarse en otro lugar.
Porque si algo tienen los cubanos, independientemente de sus ideas políticas, es que no son bobos. Y saben que si trabajando en otro país, debidamente autorizados, pueden regresar a sus orígenes, el dinero que ganen allá, aquí rendirá mucho más, muchísimo más. Porque la salud que es tan cara no les cuesta, porque los niños no pagan los libros ni la matrícula, y sobre todas las cosas, porque se pueden sentar a las 3 de la mañana en el Malecón de la Habana o de Baracoa a cantar sin miedo a ver pistolas.
Por supuesto, que a la mayoría de los cubanos no nos alcanza el salario para eso, pero cuando ese momento inevitable llegue para la economía nacional, -el salario se empareja en algún momento-, habrá más personas sacando su pasaporte, y también solicitando permisos para ir y venir en un margen razonable, y todo será normal, y tanto cacareo por el hecho de que un cubano viaje al extranjero será cosa del pasado, quién le va a hacer caso a eso en Nueva York o Burundi, y mucho menos en La Marina, donde siempre será más importante si el ciclón dejó daños en Santiago que lo que digan los americanos de nuestros derechos.
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