Después de uno de los más intensos fines de semana vividos en Matanzas en mucho tiempo, la vida recupera el ritmo habitual, mas tan solo por este lunes: mañana mismo la rutina cotidiana infartará en la Ciudad de los Puentes porqueaquí comienza la final de la pelota.
El equipo local llega a esta instancia tras un play off de leyenda contra Sancti Spíritus. Entre el enojo y la resignación se movieron los fanáticos matanceros el sábado hasta que poco a poco el hilo de esperanza atisbado en el octavo ining frente a los Gallos fue tejiendo una increíble victoria.
Diez carreras en una entrada no son récord pero sí suficientes, más que de sobra para avanzar a la discusión del título de Cuba contra Villa Clara. Para los espirituanos, francamente es mejor ni ponerse en su lugar, porque tantas ilusiones acumuladas, para perderse de golpe y porrazo no son un golpe del que se recuperarán rápido. Mientras, en Matanzas hubo fiebre de sábado por la noche. La película estaba buenísima, pero el otro rollo estaba mejor, la gente se lanzaba a la calle, hubo cornetas hasta las dos de la mañana, congas, mujeres con niños en brazos bailando como si estuvieran en carnavales, personas arrollando por la calle, cada auto pitando, cazuelas, palabrotas.
Este domingo solo de eso se hablaba en Matanzas. Vecinos de un lado al otro de la calle en pleno éxtasis, desafiando los sonidos de la calle, en improvisadas peñas, carteles, niños ansiosos por la noticia.
De hecho, carros con altoparlantes circularon por la ciudad anunciando la llegada de los peloteros, lo mismo sucedía en el recinto ferial de la Plaza 14 Festival, y en el Parque de la Libertad miles de personas se acumularon desde la mañana a la espera de sus héroes.
Y el recibimiento fue fantástico. Habría que ver las caras de esos muchachos. Hasta cierto colega periodista fue más allá de sus habituales labores, para asomar su cuerpo por la ventanilla del vehículo, y con un gallo en la mano, azuzar a los parciales matanceros.
Mañana comienza otra historia. Pero al menos por este fin de semana, Matanzas vivió la gloria.
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