La
Cueva de la
Campana resurge de entre los escombros que la sepultaron
durante 20 años, gracias al esfuerzo de los vecinos de las alturas de Simpson,
barrio de la ciudad de Matanzas, cien kilómetros al este de la capital.
Mediante la coordinación del Grupo Ramón Dacal de la Sociedad Espeleológica
de Cuba, la delegación de Monumentos y la Oficina del Historiador de la Ciudad, se extrajeron hasta
el momento unas 12 toneladas de escombros que fueron arrojadas al sitio tras su
abandono en los años 90 del pasado siglo.
La movilización conseguida para
rescatar la Cueva
de la Campana
se convirtió en el mayor esfuerzo popular en los últimos años en Matanzas, al
decir del Historiador de la ciudad Ercilio Vento Canosa. Todos los domingos
vecinos de la zona sacan escombros que cubrían la entrada y el interior de la
gruta sin creer en verano ni carnavales.
Julio Jordán, Delegado de la Circunscripción
84, fue uno de los iniciadores y afirma que al principio las personas eran
escépticas pues no creían que pudiera asumirse la limpieza sin contar con
equipamiento pesado. “Pero después de los primeros días –comenta Julio-
comenzaron a ver que sí era posible y se sumaron más personas al empeño”.
Jordán agrega que en septiembre
presentarán propuestas concretas ante el Consejo de la Administración
Popular con el propósito de que se oficialicen dichas
actividades. Por lo pronto, ya cuentan con el compromiso de la dirección
provincial de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR),
organización vecinal que agrupa a los residentes en cada cuadra, para celebrar
allí un trabajo voluntario masivo en el próximo mes. La ocasión será propicia
para que la cueva sea escala de la Bandera
Octavo Congreso de los CDR, una ceremonia que en estos
momentos recorre el país de Oriente a Occidente.
El proyecto Cueva a la Luz pretende devolver el valor
de uso a la caverna, pues varios de sus salones presentan buen estado de
conservación, y de hecho, en estos momentos se reconstruye de forma natural por
el flujo de las aguas.
La intención es instalar aquí una sala pictográfica
nacional, según el arqueólogo Leonel Pérez Orozco, para mostrar reproducciones
de las pictografías aborígenes de mayor importancia en el país, y aprovechando
la cercanía del complejo recreativo de Monserrate. Utilizarán para ello carbón
y ematita, los mismos materiales que usaron los primeros habitantes del
archipiélago cubano para lograr los colores negro y rojo respectivamente.
La Cueva de la Campana comenzó a
visitarse en el siglo 18. El Obispo Espada, de visita en Matanzas en 1804,
pidió verla debido a la fama que llegaba hasta La Habana de entonces y describió su belleza en lo que se considera
el primer informe espeleológico de Cuba. Los matanceros tenían la cueva como
sitio de romerías, al encontrarse muy cerca de la Ermita de Monserrate,
colina desde donde se aprecia una de las mejores vistas panorámicas de la
ciudad, y del otro lado, ofrece una visión espectacular del Valle de Yumurí.
Existen evidencias de haberse explotado de forma regular pues fue uno de los
primeros lugares donde se extrajo guano de murciélago para abono.
En sus pasajes se hallaron
entierros aborígenes, pictografías y restos de objetos de la etapa colonial que
demuestran la frecuencia con que se usaba.
El mapa de Matanzas creció
mucho desde entonces y el barrio de Simpson escaló hasta la cima de la loma.
Las construcciones de casas
sobre la gruta, con sus respectivos drenajes pluviales y de aguas negras, impedirán utilizar uno de los pasajes, debido
a que se contaminaron algunas áreas. El crecimiento urbano obligará a delimitar
los terrenos sobre ella para evitar nuevas construcciones y eliminar fuentes
contaminantes que la circundan. Ahora los trabajos se complejizan, lo que
implicará mayores esfuerzos, así como voluntad política para que las obras se
hagan como corresponde.
Ercilio Vento Canosa, Espeleólogo e Historiador de la Ciudad, afirma que resulta
vital que se respeten los conocimientos especializados para asumir cualquier
decisión con respecto al futuro del sitio. “Si se decidiera explotar desde el
punto de vista turístico –comenta- es necesario que se consulte a las personas
que, y me excusan, sabemos como hacerlo porque lo hemos visto en varios países
del mundo. La improvisación puede rendir sus frutos, pero en la utilización de
una cueva con fines turísticos la improvisación puede ser fatal.”
Las primeras visitas a la cueva de la Campana están documentadas
en las actas capitulares de la ciudad de 1786, hecho que la convierte en el
primer centro de turismo en la
Isla. Tuvo fama como tal durante el siglo XIX, hasta que el
descubrimiento de las Cuevas de Bellamar en 1863 hizo decaer el interés en
ella.
Ahora un grupo de matanceros trabaja por devolverla
a la vida, para que esta Campana vuelva a doblar por el esparcimiento social y
no por su réquiem definitivo. Fotos tomadas de Girón y Radio 26.
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